jueves, 16 de junio de 2011

Mis padres y la moralidad que me sobra


No puedo decir que no volverá a pasar, porque soy muy despistada, pero que se me olvide tomar las pastillas matutinas no es la norma. Me olvido de tomarme una pastilla como se me olvida el móvil en casa o la férula para los dientes en el cuarto de baño. Pero esto no es pasarela para mostrar mi mala memoria, entre otras cosas, porque el diseño es el mismo todos los años. Mi memoria es magnífica para olvidar, por eso me abstengo casi siempre de mentir.

Echo de menos a mis padres y eso que tras vivir la vida sin ellos desde hace seis años, su último asedio no me ha hecho ninguna gracia. Tú ya eres mayor, Leila, es decir, que puedes hacer lo que te dé la gana, dijo mi padre, señalando las pastillas. Tuve que contestarle lo mismo que le dije a los jueces en el Psiquiátrico de San Lázaro, Leila, ya va siendo hora de que seas mayor y dejes de hacer tonterías, ¿no?, me decía una jueza. Mire, mi señora, dudo mucho que los niños hagan esto.

Pero a mis padres no se les puede chulear, porque cuando a unos padres les sobra los motivos para pensar que pueden dejar de serlo, el donaire es un exceso. Les respalda la mismísima Ana Sanz, con quien salgo mosqueada por no ampararme en mi agobio por la sobreprotección paternal. Puedo garantizar que mejoraré, pero no juro que no vuelva a hacer “tonterías”. Por una cosa o por otra, mentir tiene que sobrar en mi lista de argucias lingüísticas. Y si tengo que volver a casa tarde y tengo en ella a mi madre preocupada por saber a la hora que llego, no puedo quedarme, es superior a mi conciencia. Hace nada, en mi grupo de amigos escuchaba, Pues si desaparezco por la noche de casa, le escribo un mensaje a mi madre mira-mamá-que-me-quedo-en-casa-de-un-amigo y ya está. Lo que me pasa es que cuando he estado completamente sola, son ellos los que se han encargado de partirle las piernas a esta palabra. Y ante este hecho, igualmente mis mentiras, mis ironías y mi conciencia, ante ellos, sobran. Sobran cuando un día te creíste las verdades de la nada y tropezaron ante los brazos de quienes quieren contra viento y marea, dármelo todo.

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