jueves, 28 de julio de 2011

Los pies

Los espejos nos delatan. Somos un puñado de cristales mascados por los hábitos, carcomidos por la falta de privacidad, de reflejos afónicos que claman, nos importe o no, lo que somos o lo que hacemos de nosotros. Nos evidencia una mirada, unas uñas mordisqueadas, unos dientes con sarro, unas orejas con cera, un mal aliento, la ausencia de desodorante, las manchas en la ropa, etc. Evidentemente, también nos traiciona la pulcritud, aunque esta ya de por sí sea poco discreta. Este verano, en vez de poner la mirada por las alturas, le he dedicado una larga observación a nuestro inframundo corporal, a saber, los pies. Es un horror cómo se puede descuidar tanto una parte del cuerpo tan primordial y necesaria en nuestro día a día. De hecho, si por algún órgano o parte de mi cuerpo me siento orgullosa, es por los ojos y las piernas. Me son vitales, de ahí que este verano haya quedado escandalizada por el maltrato que la sociedad brinda a sus pies: secos, sudorosos, uñas amarillentas por los hongos, uñas rotas, uñas malcortadas, uñas demasiado largas, uñas muy gruesas, uñas negras, dedos montados unos encima de otros, asperezas, callos, ampollas, verrugas plantares, papilomas, deformaciones de todo tipo y olores de lo más desagradables. Personalmente castigo mis pies cada vez que uso tacones, de hecho, las mujeres somos las primeras en vejar nuestro físico con maquillajes, prendas demasiado ajustadas, zapatos demasiado altos o quemaduras capilares casi diarias, pero también somos más de “cura sana”. No nos sobran las mascarillas, las cremas, desmaquillantes o sandalias. Pero no se trata de una cuestión de sexos, sino de prestar atención a la salud de nuestro físico, sobre todo si nos hacen esa enorme y sencilla pleitesía de caminar. Horacio decía que “si estás bueno del estómago, no te duele ningún costado y puedes andar con tus pies, ninguna cosa mejor te podrán añadir todas las riquezas de los reyes” y razón no le faltaba.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

No tienes que ser serio, se permiten chorrazos.